
Cuando leo un libro que me gusta, me inserto en otro mundo, en otros paisajes, en otro entorno, con otro clima, con otras vistas. En ocasiones me gusta tanto la historia que me cuesta dejarla, y siento que al terminar el libro la historia me abandona a mí, por eso las últimas páginas las voy reservando para leerlas lentamente y que no termine nunca. No todos los libros me enganchan así, pero cuando ocurre es extraordinario.
El último libro que he leído y que me ha pasado eso, ha sido Las ocho montañas de Paolo Cognetti. Creo que me gustó la historia antes de empezar el libro.
A veces hay distintos caminos que te llevan a conocer un libro. Una tarde viendo el programa Pagina dos en la tele, entrevistaron a Paolo Cognetti. La entrevista la hicieron junto a su cabaña de piedra en los Alpes donde reside, me gustó su historia personal y como la contaba, como si no quisiera hablar demasiado de sí mismo y estuviera esperando terminar la entrevista cuanto antes. Vivía solo en su cabaña de piedra, alejado de la sociedad con la que no se llevaba bien, me pareció tan honesto sin artificios, sin intención de gustar ni convencer a nadie, que pensé que cualquier historia contada por él, carecería de superficialidad. Fue el propio autor el que me llevó hasta su libro.
Entrar en la historia de las ocho montañas es descubrir la amistad de dos niños a partir de los once años a lo largo de los años, los veranos que pasan juntos en la montaña. Está escrito en primera persona por uno de ellos, un chico de ciudad describe como desde su personalidad tímida y retraída va descubriendo la amistad, a través de los recorridos por los senderos de las montañas, con su amigo que nunca conoció otros lugares que no fueran las montañas.
De una forma sencilla describe tan perfectamente el sonido del viento entre los alerces, los torrentes de agua, el glaciar en la montaña, que casi se puede sentir. Es un recorrido por cada zona de la montaña, cada subida a las cumbres, a los glaciares a la vez que va descubriendo La personalidad del protagonista introvertido, frío y a veces sombrío.
Es un libro que te hace amar más la naturaleza, te hace sentir la valentía de los personajes en su aislamiento, y sobe todo te reconcilia con la soledad. Porque son personajes que se llevan bien con la soledad y que han encontrado su lugar en el mundo.
Es una historia profunda de amistad, de relaciones humanas, no siempre fáciles, entre amigos, y entre padre e hijo. Incluso de relación con la propia montaña, que es el nexo común entre los personajes.

Esta montaña es La Concha mi cumbre particular
Otros libros de Paolo Cognetti: Nueva York es una ventana sin cortinas, Sin llegar nunca a la cumbre