El otro día una amiga mía llamó a una clínica de estética por un anuncio de trabajo, la empresa, no le dio la oportunidad de exponer su experiencia ni le concedió una entrevista, simplemente le resumieron sus requisitos indispensables, querían mujeres menores de 35 años. Mi amiga tiene 52 años y ella misma lo justificó diciendo que era normal, siendo una clínica de estética venden juventud. Y yo me pregunto ¿Qué hay de normal en este requisito?, el puesto de trabajo era recepcionista administrativa, de lo cual ella tiene una larga experiencia.
Una vez escuché a un empresario decir que para los trabajos de cara al público, había que contratar a mujeres jóvenes y guapas porque adornan. ¿Es ese nuestro cometido, adornar? Y que ocurre con nosotras después de cumplir los 35?, estamos condenadas al destierro del mundo laboral porque ya no adornamos. La experiencia, el conocimiento, la responsabilidad y todas las habilidades que se adquieren con los años, ¿no son valorables en las mujeres?
Hemos creado una sociedad que sobrevalora la juventud y desprecia la madurez en todos los aspectos.
Si voy a un restaurante y me atiende una camarera, casi nunca tiene más de 40, con las cajeras de los supermercados ocurre lo mismo. En los centros comerciales, en cualquier tienda de ropa, calzado o complementos es muy raro encontrar trabajando a mujeres de 50 años.
Cuando ponemos la tele, las presentadoras de las noticias son todas jóvenes y guapas, y no es que esto me parezca mal, pero ¿qué pasa con las profesionales que no cumplen con los cánones de belleza actuales, o las no tan jóvenes? ¿No pueden trabajar mujeres en estos medios si no cumplen el requisito que le exigieron a mi amiga, aunque sean buenas profesionales?
¿Qué puede hacer una mujer de 50 años que se quede en paro en este país?
¿Estamos obligadas a ser jóvenes y bellas para estimular los sentidos del público? ¿No es suficiente con ser buenas profesionales, sino que tenemos que adornar?
Y mi última cuestión; ¿se les exige lo mismo a los hombres?
“No está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo” Susan Sontag